¿El azúcar los pone hiperactivos?
Se dice a menudo que el alboroto se debe a la cantidad de azúcar que han consumido.
La idea de que el azúcar afecta a la conducta es muy generalizada y hay varias hipótesis que intentan explicar cómo, incluyendo suposiciones como que los niños pueden ser alérgicos a la azúcar refinada o tener patrones anormales de niveles de glucosa en la sangre.
Pero la evidencia de un vínculo entre el consumo de azúcar y la hiperactividad es sorprendentemente débil.
De angelitos a diablillos
Había dos tipos principales de investigación: algunos estudios les daban a los niños sacarosa o un endulzante artificial, como aspartamo, y luego les hacían seguimiento sin que ni ellos ni los padres supieran si comieron azúcar real o no. Los otros se enfocaban en niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) u otra condición para ver si el azúcar los afectaba particularmente.
Entre todas, las investigaciones cubrían las edades desde dos hasta 30 años, y estaban bien diseñadas aunque algo pequeñas: todos menos uno de los 16 estudios contaban con menos de 50 participantes y uno de ellos tenía apenas cinco.
No obstante, los resultados del metaanálisis fueron claros: no se pudo mostrar que el azúcar afecta la conducta o el desempeño cognitivo.
Pero, ¿entonces?
Muchos hemos estado en fiestas de cumpleaños de niños y los hemos visto corriendo de un lado al otro, cada vez más excitados e imposibles de controlar... Si no es el azúcar, ¿qué es?
A medida que la fiesta avanza, los niños juegan más e inevitablemente se entusiasman y por supuesto que la conducta se deteriora. Así piensan que hay un vínculo con los dulces, pero no.
Mediante un estudio se hizo un experimento. A la mitad de las madres se les dijo que sus hijos estaban tomando algo azucarado. A la otra mitad les dijeron que las bebidas contenían endulzante artificial.
Cuando se les pidió que calificaran la conducta de sus hijos, las que pensaban que habían consumido azúcar dijeron que estaban más hiperactivos que las que sabían que habían tomado un placebo.
Pero hubo otro truco en el estudio. Mientras las madres estaban observando a sus niños, los investigadores las estaban observando a ellas. Notaron que las madres que creían que sus hijos habían tomado demasiada azúcar no solo los criticaban más, sino que se mantenían más cerca de ellos y los observaban con mayor ahínco.
Así que la presunta azúcar no había cambiado la conducta de los niños, sino la de las madres.
Son los padres los que se comportan diferente con el azúcar.
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