Ejercicio breve pero intenso: Riesgos y beneficios
El accidente cerebrovascular (ACV) puede ocurrir a cualquier edad, a pesar de que sucede con mayor frecuencia en personas con más años.
Cuando los sufren quienes tienen menos de 65 años, la mayoría de las veces se debe a problemas de salud como la hipertensión.
Para reducir el riesgo de un infarto cerebral, tan solo es necesario introducir simples cambios en el estilo de vida. Esto incluye estar en forma haciendo ejercicio con regularidad, mantener un peso saludable, dejar de fumar y asegurarse de no beber mucho alcohol.
Varios médicos aseguran que el ejercicio puede reducir a la mitad el riesgo de ACV.
Unos 30 minutos de actividad al día, cinco días a la semana, son suficientes. Y no tiene por qué ser todo al mismo tiempo, pues es igual de efectivo ejercitarse varias veces al día en sesiones de 10, 15 o 20 minutos.
Pero en lo que se refiere a la intensidad, la cautela puede ser el mejor aliado.
Saber nuestros límites
Quienes abogan por sesiones con intervalos de alta intensidad aseguran que realizar cortas explosiones de ejercicio cada semana, como cuatro carreras de 30 segundos en una bicicleta, es una buena forma de mantenerse en forma.
La idea es que, al forzar tu cuerpo al límite, obtienes un mejor entrenamiento.
Estudios sugieren que los momentos de alta intensidad ocasionan cambios significativos en una buena cantidad de parámetros de salud, incluso más que las convencionales horas de ejercicio.
Entre otras cosas, estimulan la capacidad aeróbica y mejoran los procesos metabólicos del cuerpo.
Pero este tipo de entrenamiento intenso no es apto para todo el mundo.
Al igual que cualquier régimen nuevo de ejercicio, si tienes una afección preexistente, deberías consultar al médico antes de probarlo.
La Asociación de Infarto Cerebral del Reino Unido también recomienda cautela. Es importante encontrar el balance entre la intensidad del ejercicio, cuánto dura y su frecuencia.
Es más beneficioso practicar con regularidad un ejercicio suave durante un buen rato que ejercitarse vigorosamente durante cortos periodos de tiempo y rara vez, aclara la Asociación.
“El ejercicio periódico es un factor importante de prevención y recuperación del ACV”, explicó Nikki Hill, directora de comunicaciones del centro.
Escuchar las señales
Cuando un accidente cerebrovascular es inminente, el cuerpo envía varias señales de advertencia.
Muchos infartos cerebrales son precedidos por unos más pequeños conocidos como ataques isquémicos transitorios (TIA, por sus siglas en inglés).
Estos pueden ser silenciosos o causar algunos de los síntomas que se producen durante un ACV, como tener problemas del habla o una sensación de debilidad en la cara y cuerpo. Pero duran poco minutos y con frecuencia no se toman en cuenta.
Un TIA es una señal de que una parte del cerebro no está recibiendo suficiente sangre y se corre el riesgo de tener un infarto en el futuro.
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