¿Quién eres?
Eres mejor de lo que crees, pero como no lo sabes, de nada te sirve. Y también somos menos de lo que presumimos. ¿Te acuerdas de la frase casi célebre “se cree el último chocolate del tarro”? Generalmente tenemos una imagen distorsionada de nosotros mismos porque nos vivimos comparando con otros, con quienes fuimos o con quien quisiéramos ser y hasta con seres ascendidos.
¿Quiénes somos realmente? Si valiéramos nuestro peso en oro (sin importar si somos gordos o flacos) y pudiéramos ser tasados como el precioso metal y sin hacer trampa, ¡ni así!, porque nuestro valor dependería de la fluctuación en el mercado.
Entonces, no nos va a quedar de otra que hacer las cosas con autenticidad y convicción, desempolvar talentos y dones y estrenar la autoestima. Creerse lo máximo no es tener autoestima, todo el tiempo no se puede ser lo máximo, pero tampoco podemos estar en remate perpetuo.
Tenemos que abandonar de vez en cuando nuestro miniuniverso y entrar a un mundo experimental para usar otras partes de nuestro ser. Estamos acostumbrados a repetirnos incesantemente como si realmente en la repetición estuviera el gusto cuando nuestro potencial es mucho más vasto.
No hay por qué avergonzarse de no ser todo lo que podemos ser si no estamos listos aún, no somos una orquesta ambulante para tener todos los instrumentos a la mano, pero hay que crear nuestros propios retos, no solo ir con machete en mano cortando la maleza que se nos presente.
Muchas veces no estamos siendo quienes somos, solo estamos teniendo miedo y, por lo tanto, mostrando máscaras. Es saludable no ponernos rótulos de neón que digan cualquier cosa, como productos que ofrecen lo que no cumplen, es bueno saber que nos sorprenderemos en el camino grata e ingratamente.
Hay personas que se creen saladas y siguen comprando la lotería o llenando rifas mientras dicen “no sé para qué, nunca me gano nada”. ¿Para qué compras la lotería si crees que tienes mala suerte? ¿Para obtener más de lo que estás acostumbrado o como un acto de fe? Y, ¿qué pasará cuando te enteres de que sí puedes lograr más de lo que crees? ¿Entrarás en pánico?
La verdadera identidad no está encubierta, tarde o temprano cuando todo lo demás falle, hay que ser auténtico y vivir nuestra verdad. ¿Qué prefieres, el dolor de la verdad o el dolor de la mentira? Todos estamos bendecidos, no solo los escogidos. Quien quiera que seas, sé tú.
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