Feliz chiki chiki cha
Lo digo cada año y no me canso de repetirlo: diciembre es el mejor mes del año. En diciembre se la pasa bomba, hay reuniones con amigos queridos que vemos poco, hay motivos para festejar, hay emociones encontradas, hay comidita deli y rompope por doquier.
Para los desorganizados que no compran a tiempo, diciembre es estresante, pero en mi caso eso no aplica, así que me sostengo en que diciembre es fantástico.
Uno de los programas que más me gustan es el consabido intercambio. A lo largo de los años he realizado intercambio de todo lo imaginable.
Con mi grupo de amigos de la U., que siempre fuimos supercreativos, cada año hacíamos un intercambio temático, un año intercambio de jarros, otro de CD (cuando aún se usaban), de DVD piratas (cuando recién se pusieron de moda), de botellas (cuando éramos más borrachines), de vinos (cuando pensamos que éramos sofisticados), etcétera.
Con mis amigos de trabajo, el intercambio se tornaba en una semana llena de maldades. Luego del sorteo teníamos una semana entera para hacer todo tipo de bromas pesadas al que nos tocaba (como un amigo secreto, pero este era el enemigo secreto). La cosa era tan heavy que tuvimos que nombrar un árbitro para que fiscalizara, porque la gente andaba endiablada.
Esto era maldad tras maldad de la mera mera; si uno tanto se ve a diario en la ofi, ya le conoce los temas y los miedos al resto. Las bromas tiernas eran que se te roben la bola del mouse, y las malas iban desde dejarle un corazón sangriento comprado en el súper en el escritorio a una compañera vegetariana hasta la más pura tortura psicológica a través de canciones y videos a la gente más naive.
El intercambio en el grupo de amigas de toda la vida también es un clásico. Cuando éramos más chicas, poníamos límite de precio para que la gente estuviera nivelada. Y pasábamos días decidiendo quién llevaba qué cosa. Luego, a medida que crece uno, se descomplica y terceriza un tronco de catering, se hace cuota y listo.
Hay años que el intercambio es desayuno, otros que es con karaoke nocturno. Lo que nunca se hace es ese aburrido de las 5 de la tarde en que la única gracia es el rompope y hay un apurete descontrolado por la recogedera de los niños y la friega del marido que ya llega a la casa. Eso es para las más jóvenes que no tienen aún resuelto que el verdadero disfrute con las amigas es el desconecte y la fregadera con franca calma y sin interrupciones.
Para finalizar, el bendito sorteo, que siempre es sospechoso, con papelitos, con programa por internet, por asignación a dedo, o como sea. Para ser salomónicas, la mejor manera de decidirlo este año fue con el chiki chiki cha; quien no sepa lo que es eso, que le pregunte a alguien que estuvo en primaria en los años 80 y se enterará. ¡Feliz Navidad y a disfrutar diciembre todo el mundo!
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