¡Wow! Bosé...
Pero no un concierto de ese típico artista que tiene un súper hit y que es lo máximo en su momento y que una década más tarde se lo reconoce como un one hit wonder.
Ni tampoco es tan wow cuando vas a un concierto de esos que llevan ya sus tres disquitos y ya hay varias canciones que cantas. Ir a uno de esos es chévere, se la puede pasar bomba con unos drinks previos y llega a ser un evento interesante.
Lo que es realmente alucinante es ver a tu ídolo de todos los tiempos, y poder volver a vibrar hasta la última horquilla de mi chorrudo pelo con cada canción.
Yo no soy de esas losers que lo anda siguiendo en cada revista ni esas vainas de chiquilla en que uno es como fan cholamente dicho. No, yo soy de las que tengo su música en mi ipod, en mi compu de la oficina y están ahí, es como música de cabecera, aunque pasan meses sin que la pongas, pero siempre está ahí, just in case. Y complementando, es la música que te aseguras de pasarla a la siguiente generación, se la enseñas a tus sobrinos y le explicas por qué es cool, por si acaso osan en dudarlo.
Lo cierto en todo esto es que cuando uno ya va al concierto, contenta, con su grupo de amigas, lista para divertirse a morir, te encuentras con cada cosa que es increíble.
Empecemos por que solo aquí ocurre que el guayaquileño cuando va a un concierto swichea a mood de ópera o de ballet ruso y pretende que los de adelante se sienten… ¿En qué mundo pues? La señorita de “seguridad” del evento se nos acerca a que por favor nos sentemos porque los de atrás no ven… ¡que no joda pues! Si en el cine la gente habla y en el teatro textean que da gusto, se vuelven “civilizados” en el concierto, ¡de locos!
Luego viene la cuarentona afrentosa que se quiere pasar a la sección más próxima al escenario. Lo peor es que como ya no es teen, no es tan hábil y pide ayuda para saltarse la ínfima rejita que me llega a la cintura. Si no tienen para pagar adelante, ¡qué se queden donde están! Por culpa de gente como esa es que aquí muchos negocios o servicios no funcionan, la gente siempre quiere aprovecharse del resto a como de lugar.
En fin, y a pesar de todo nada más alucinante que un concierto, te revive, te reencanta, creo que es obvio para ustedes que el concierto al que me refiero es el de Bosé, que es ante todo un maestro. Lo he visto en Salinas, Quito, Durán, Miami y aquí. El hombre canta y baila como pocos, da un espectáculo para nada pretencioso y sin embrago de lujo. Luces top, vestuarios trendy y confy a la vez, son momento que aunque estemos en Guayaquil, Ecuador, igual uno se llena de esperanza…
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